A través de actividades sensoriales buscamos que nuestros estudiantes sientan, comprendan y empaticen. Porque el autismo no se explica solo con palabras… se vive, se siente y se respeta.
Tuvimos el honor de escuchar a Pablo Araya, quien compartió su experiencia creciendo dentro de un sistema educativo siendo autista. Su voz, su historia, su valentía… nos recordó que la verdadera inclusión no ocurre un solo día al año, sino todos los días.
Que esto no sea solo una fecha en el calendario. Que sea un punto de partida para mirar con otros ojos, escuchar con el corazón y actuar con empatía.
La conciencia no se celebra. Se construye.